Es un hecho consabido que, en América Latina, los jóvenes que tengan la posibilidad de acceder a una educación superior forman parte de una clase privilegiada. Sin embargo, el mero acceso no es el quid de la cuestión.
SIGNIS ALC Joven Paraguay – Luz María Brizuela, Gabriela Rivas, Verónica Giménez y Lucas Benítez
En zonas urbanas: ¿Cuál es el panorama?
La vida universitaria en sí para los jóvenes paraguayos que viven en áreas urbanas -en la mayoría de los casos-, resulta difícil. Si bien el ingreso a un estudio superior puede ya considerarse un problema, no lo es tanto como permanecer en la carrera o – finalmente – obtener la graduación. De hecho, según un informe del ex Viceministro de Educación, Marcelo Soto, el 11% de los universitarios no concluyó sus estudios al finalizar el 2012.
La estudiante de arquitectura de la Universidad Nacional de Asunción, Gianinna Viola, asegura que las expectativas sobre su formación no coinciden con la realidad por la que convive día a día. Los horarios variados de la facultad no le permiten trabajar durante el tiempo que no va a clases, por ende, los gastos para mantenimiento y prosecución de sus estudios se hacen cada vez más difícil de mantener. «Pensé abandonar la carrera por ese motivo», explica.
La situación en la Facultad de Filosofía de la misma universidad, no cambia mucho. La alumna de Ciencias de la Comunicación, Micaela Cattáneo, lo confirma con su experiencia, donde además de destacar los gastos generados, lamenta el poco provecho que a su criterio podría obtener a través de su presencia en el salón. «En el tercer año quise dejar la carrera. Sentía que perdía horas de mi vida sentada en clases donde no aprendía, porque la mayoría de los profesores recurrían a métodos anticuados y mediocres», comenta.
Por otro lado, José Encina, también alumno de comunicación de la UNA, analiza qué factores negativos provocan el abandono de los estudiantes. «La malla curricular y la infraestructura no están preparadas para el camino que está tomando la comunicación: el audiovisual», opina.
Asimismo, Raúl González, estudiante de la carrera de Derecho de la Universidad Nacional, cree que la condición “irregular” de los estudiantes provoca el abandono de la misma, principalmente, por un motivo: los exhaustivos horarios laborales. “Uno se vuelve irregular porque es interrumpido por alguna actividad fuera de la facultad, especialmente el trabajo, así se pierde el ritmo y se termina dejando las clases”, expresa.
¿Cuánto cuesta la educación pública?
Si bien, la principal y mejor rankeada casa de estudios terciarios del país es la Universidad Nacional de Asunción – institución estatal – la misma no precisamente brinda gratuidad total a los alumnos que asisten a ella. Al ser una Universidad pública cuenta con plazas limitadas para cada carrera.
Para fungir de filtro meritocrático, las facultades que la componen implementan sistemas de selección como cursillos probatorios de nivelación y exámenes de ingreso, que cuentan con aranceles que van desde los G. 300.000 (US$ 60 apróx) hasta más de G. 3.000.000 (US$ 650 o más) dependiendo de la carrera, duración, intensidad de carga horaria y preparación. Por supuesto, costo que no incluye materiales de estudio, alimentación ni transporte.
Superado el “escollo” inicial, aquellos privilegiados que vean su nombre en la lista de admitidos inician su travesía hacia un nuevo mundo de conocimientos, habilidades… y gastos que solventar.
En el caso de Gianinna, los materiales de estudio deben renovarse cada 15 días, los cuales incluyen objetos de librería, fotocopias, impresiones, etc.; sus horarios rotativos en la facultad muchas veces le exigen ir y venir de la casa, lo que sería más de 4 pasajes/día. Si opta por permanecer en la universidad los gastos de alimentación ya sea por almuerzo o colaciones aumentan, por lo que se puede hablar de una suma de alrededor de Gs.
1.500.000 al mes, solo en su asistencia a clases. La futura arquitecta accede a trabajos temporales e independientes, los cuales la ayudan a cubrir el costo de ser una estudiante universitaria, y a la vez colaborando con sus padres a solventar los gastos, pero muchas veces los debe abandonar para continuar en la facultad. “Trabajo en mis tiempos libres o cuando curso materias no tan difíciles, pero si tengo que priorizar la facultad renuncio a mi trabajo”.
Para Micaela Cattáneo tampoco resulta barata la vida universitaria, tiene gastos fijos al mes como pasaje, comida y materiales de estudio, dependiendo de lo que exija cada materia. “Por pasaje gasto Gs. 300.000 al mes. Para volver ami casa, tomo un bus que tampoco me deja cerca, mi papá me busca caminando las nueve cuadras que faltan. Por comida – merienda – gasto Gs. 150.000 al mes, más lo que me salen las copias o libros”.
A la vez, Cattáneo expresa la necesidad de un mejor presupuesto de Estado para la educación superior y un sistema universitario más organizado para que el joven paraguayo pueda concluir sus estudios. “Los universitarios no deberían estar preocupándose por trabajar, solo estudiar y tener los beneficios del pasaje y la comida durante sus estudios. La necesidad obliga a los estudiantes a trabajar, y por ende a estudiar a medias”.
La Educación Superior implica una mejora de perspectiva de desarrollo, tanto a nivel personal como profesional y en términos de ingresos financieros, por lo que es de suma importancia que el joven pueda acceder a la universidad.
La educación privada
De las 54 Universidades habilitadas en el Paraguay por el Ministerio de Educación y Ciencias, solo 7 son de gestión estatal. Las restantes pertenecen a la cartera privada, en las que además de los gastos de transporte, alimentación y materiales de estudio, los estudiantes deben adicionar el importe de las matriculas, cuotas y derechos a exámenes finales.
Universidades para cada bolsillo
Determinar un monto exacto de gasto estimativo en cuanto a cuotas mensuales y/o matriculación sería invitar a la falacia, ya que entre la casi media centena de instituciones universitarias privadas del país encontramos precios desde los G. 250.000 mensuales (US$ 50 apróx) hasta los que superan el millón de guaraníes (US$ 190 o más).
La Universidad Católica “Nuestra Señora de la Asunción” es una de las privadas con cuotas más elevadas, cuyas carreras de mayor demanda son las administrativas: Contabilidad, Marketing y Comercio Internacional y para las que se abona una cuota mensual de G. 952.785. En las de de mediana demanda, como las de Ingeniería (civil, comercial, industrial) la cuota asciende a cuota asciende a G. 1.168.545. En Medicina y Derecho, los estudiantes deben abonar 1.106.460 y G. 952.785 respectivamente. Las Ciencias Sociales: Sociología, Filosofía, Comunicación e Historia, son las de menor demanda entre los alumnos y sus cuotas van por los G. 922.050. Similares costos manejan la UAA y Columbia.
En la UniNorte, los precios de cuotas varían de acuerdo a los turnos. Las carreras administrativas cuestan al mes G. 420.000 (mañana y tarde) y G. 505.000 (noche). Medicina es la más costosa. En primer curso se abonan G. 1.450.000 mensuales y este monto se va ajustando a medida que avanza la malla curricular del estudiante.
Sin embargo, existen otras instituciones que – quizás con mayores carencias en cuanto a contenido o infraestructura – son las opciones de aquellos que no tienen la posibilidad de abonar los montos citados anteriormente. Casos como la Unisal, UNASUR, Universidad Privada del Guairá, entre otras, en las que los montos mensuales van de G. 250.000 a G. 350.000 sin excepciones.
Dejar a la familia, en busca de los sueños
Estudiar y salir adelante, poder tener un buen trabajo e ingresos para ayudar a la familia es la meta de todo joven, pero no para todos es tan sencillo como elegir la carrera e universidad a la que se desea asistir. Una realidad que afecta especialmente a personas que viven fuera de la capital del país, en ciudades donde no se cuentan con universidades o si tienen no cuentan con la carrera de su elección. Esto los motiva a dar un gran paso: dejar su hogar para aventurarse en la carrera de sus sueños.
Luz Mariela Torres de 17 años vive en la ciudad de Alberdi, departamento de Ñeembucú, al sur del país. Cursará el último año de secundaria en este 2018 y ya empieza a pensar donde irá a estudiar la carrera que le apasiona: Medicina, con la experiencia de su hermano quien tuvo que migrar a Ciudad del Este (Alto Paraná) para hacerlo, pero luego debió empezar a trabajar, dejó la carrera y volvió a su ciudad natal.
Ella proyecta ir a vivir a Ciudad del Este y serán sus padres quienes la ayudarán a cubrir los gastos de la facultad. Así como Luz, muchos jóvenes deben abandonar el terruño para ir a la capital departamental – Pilar – a la capital del país – Asunción – o donde tengan un familiar que los acoja en el tiempo de estudio. Otra opción para los alberdeños es la de cruzar la frontera a Formosa (Argentina) para los que tienen nacionalidad argentina, pero cuya principal complicación es – luego del egreso – conseguir convalidación de los títulos para poder ejercer la profesión en Paraguay.
Luis Fernando Cuevas de 20 años está cursando la carrera de Análisis de Sistemas Informáticos becado en la Universidad Católica de Asunción, después de prepararse para ingresar a la Universidad Nacional, probó suerte con las becas de Itaipú y lo logró. Él y su madre viven en Fuerte Olimpo. Al culminar el colegio, les llegó el momento de separarse ya que él debió trasladarse a Asunción y ella quedó en Olimpo para seguir trabajando para solventar los gastos. Fernando debe dedicarse exclusivamente al estudio hasta que pueda encontrar un trabajo que le dé tiempo para mantener ambas responsabilidades en paralelo. El joven afirma que la situación es muy común entre los jóvenes de su ciudad que llegan a la capital para acceder a educación universitaria.
Por lo general, los gastos son cubiertos por los padres desde lejos, pero esta separación muchas veces es difícil de sobrellevar por lo que varios terminan abandonando la carrera y vuelven a su ciudad. Tanto si van a Asunción o a Concepción (Capital del Primer Departamento), la soledad y el esfuerzo son el pan de cada día, por lo que se necesita de determinación para llegar a la meta. “Lo que uno más quiere es poder terminar la carrera, conseguir un buen trabajo y poder recompensar a nuestra familia por todo el apoyo que nos brindan, ya quiero que mi mamá descanse” concluyó Luis Fernando.
La Licenciada en Contabilidad Laura Chávez también compartió con nosotros el camino recorrido hasta culminar la carrera. Ella es de Carapeguá, departamento de Paraguarí. Para poder estudiar tuvo que migrar a San Lorenzo (Departamento Central, a unos 10 km de Asunción) a casa de su hermana quien le ayudaba a pagar sus estudios.
Al regresar de la facultad, cuidaba de sus sobrinas y luego también de su hijo. A pesar de todas las situaciones y dificultades que se le iban presentando, pudo salir victoriosa y logró culminar sus estudios universitarios y recibirse. Laura nos comenta que en Carapeguá ya existen diversas universidades que ofrecen la posibilidad a los jóvenes de acceder a ciertas carreras y opciones actualmente.
Mayormente, los que terminan los estudios son los jóvenes que tienen el respaldo de sus padres ya que con el trabajo, el cansancio y las responsabilidades es muy complejo lograrlo en algunas ocasiones.
Esta es la realidad de muchos jóvenes de nuestro país quienes quieren un porvenir mejor para ellos y sus familias, fungiendo de guerreros de la vida y dignos representantes de sus lugares de origen, quienes deciden no quedarse en excusas ni limitaciones sino luchar ellos mismos para lograr sus propias aspiraciones.
El “estudiante – trabajador”, la realidad del universitario paraguayo promedio
Combinar el trabajo y estudio se vuelve casi una obligación, cuando con el paso de los años él/la joven se ve en la necesidad de participar en la economía familiar, independizarse y/o ofrecerse a sí mismo la posibilidad de costear sus propios estudios.
Otra realidad que también destacó dicho estudio es la necesidad de trabajar a tiempo completo y estudiar para poder acceder a mejores ofertas laborales a posteriori, ya que las mismas están supeditadas generalmente a los años de experiencia con los que cuente el postulante.
Para el Prof. Dr. Roque Acosta, catedrático universitario con vastísima experiencia en instituciones públicas (Universidad Nacional de Asunción) y privadas, esta realidad es innegable y se convierte en todo un desafío en las aulas universitarias, no sólo para los alumnos sino también para el docente.
“La realidad de la educación superior en el Paraguay está marcada por tener profesores y estudiantes de tiempo parcial. La actividad de enseñanza-aprendizaje se limita a unas pocas horas nocturnas, en la mayoría de las carreras.
Se exceptúan las carreras de Medicina, Ingeniería Civil, Ingeniería Agronómica, entre otras pocas que exigen tiempo completo de los estudiantes. Esta dedicación parcial, en horas marginales, habiendo llevado a clases el peso del día laboral, resta concentración, tiempo y calidad a la formación recibida.” – señala Acosta, quien a la vez, afirma que debido a este doble rol que deben cumplir a cabalidad, los estudiantes universitarios deben sacrificar valiosas horas de sueño, descanso y ocio, lo que en la mayoría de los casos repercute en el aprovechamiento de las clases y – a consecuencia – en el rendimiento académico.
Para el Dr. Roque Acosta, es fácil hablar de un 90% de estudiantes trabajadores dentro de las aulas de carreras universitarias en turnos nocturnos, tanto en instituciones públicas como privadas y sin que esto remarque significativas diferencias porcentuales entre hombres y mujeres.
Si bien, las extenuantes cargas horarias laborales, deficiencias en el transporte público paraguayo (buses chatarra, horarios interrumpidos, costo del pasaje en alza) pueden influir en gran manera al desempeño estudiantil del trabajador en comparación a aquellos que solo se dedican al estudio, para el profesor Roque esto no implica precisamente una ruta sin salida hacia el fracaso.
“Mi percepción es que los buenos estudiantes, con un gran esfuerzo y desgaste en su calidad de vida personal, logran superar las limitaciones y condicionamientos y tienen un buen rendimiento académico.” – acotó. Sin embargo, es innegable que hay obstáculos con los que el estudiante- trabajador durante su carrera y necesitará no solo de ingenio y dedicación, sino de cierta colaboración de la propia institución en cuanto a consideraciones especiales, que no siempre son obtenidas.
En cuanto a tolerancias a las ausencias y/o llegadas tardías que eventualmente puedan tener los alumnos por motivos estrictamente laborales, las instituciones nacionales se jactan de tener un índice de “tolerancia 0”. Sin embargo, al ser una realidad innegable y prevaleciente dentro de las aulas, no queda más para el docente que interiorizarse en los casos particulares y prever algún tipo de compensación, con el objetivo de evitar que la ocupación laboral se vuelva un motivo de deserción.
“En general, los profesores adecuan los programas de estudio y el desarrollo de los mismos a esta realidad. En lo institucional, no se suele contemplar excepciones en las exigencias académicas por motivos laborales. Suele ser una respuesta y atención particular del profesor” resaltó, sobre el punto, el Dr. Acosta, destacando el compromiso de cada docente para con sus estudiantes.
La Primavera Estudiantil
La gran masa de estudiantes universitarios marcó un hito en la historia del país, a través del fenómeno conocido como “La Primavera Estudiantil” a fines de agosto del año 2015.
Las manifestaciones pacíficas congregaron a miles de estudiantes, unificando a las 12 facultades de la Universidad Nacional de Asunción (UNA) en una huelga que paralizó al campus y todas sus sedes, exigiendo la renuncia del rector Froilán Peralta.
El estudiantado demandaba, además, la implementación de reformas democráticas en los estatutos de la UNA. El éxito que los manifestantes estudiantiles han tenido, tanto para movilizar un apoyo masivo como para despertar una empatía nacional, reveló importantes cambios en la política paraguaya y tuvo el potencial de engendrar transformaciones aún más profundas.
Uno de los ejes fundamentales de acción del fenómeno fue la campaña digital encabezada por el Hashtag #UNANoTeCalles, impulsada por los líderes del movimiento estudiantil, y mediante la cual no sólo se dio difusión a las acciones realizadas por los manifestantes sino se logró la adhesión de masivas cantidades de usuarios a la lucha.
Las movilizaciones en torno a la consigna «UNA no te calles» generaron resultados sin precedentes en la historia política del país desde su apertura a la democracia. A finales del 2015, 74 funcionarios administrativos y 232 docentes presentaron renuncia, decanos y vicedecanos incluidos. Asimismo, 42 funcionarios han sido imputados y decenas más, llevados a sumario administrativo.
Paraguay y el acceso a la educación, en números (Fuente: Secretaría Nacional de la Juventud, año 2018)
En la franja etaria de 15 a 17 años, el porcentaje de escolarización es del 85%.
El 55,6 % de los jóvenes de entre 15 a 19 años NO ASISTE actualmente a ningún instituto de enseñanza básica ni superior.
Más de un millón de adolescentes se halla fuera del sistema educativo.
A mayor franja etaria, mayor porcentaje de ausentismo en clases: En el grupo de 15 a 19 años, la inasistencia es de un 28,6%; en el de 20 a 24 años la proporción aumenta significativamente al 66,1%, llegando a su punto crítico en el grupo de 25 a 29 años con un porcentaje del 81,6%.
Las diferencias globales de asistencia a la educación son marcadas entre el sector urbano y rural por una brecha de 15,2 puntos porcentuales (64,9% y 49,7% respectivamente).
1 de cada 4 adolescentes y jóvenes se dedica solo al estudio y otro 15,5% no estudia ni trabaja. De este grupo el 74,1% son mujeres.
Según la Dirección Nacional de Estadísticas y Censos:
El promedio de años de estudio de la población joven indica que a nivel nacional, este indicador se sitúa en 10,5 años por persona. Por departamento, son los jóvenes de Asunción y Central los que cuentan con mayor cantidad años de estudios (entre 11,9 y 11,3 respectivamente).
Este porcentaje es mayor en las mujeres a nivel nacional, así como los jóvenes en general que residen en áreas urbanas. En áreas rurales, se registra un mayor porcentaje de “No asistencia” actual a escuelas o colegios. El departamento de Alto Paraguay, ubicado en la Región Occidental del país, es el departamento donde los jóvenes cuentan, a lo sumo, con 7 años de estudios.
NOTA EDITORIAL: Desde la Comisión Joven de la ACCP SIGNIS Paraguay, estamos convencidos que la educación es la herramienta más útil, versátil y eficaz para iniciar cambios positivos entre nuestros jóvenes y, más aún, la terciaria. Aunque en nuestro país, acceder a la educación superior continúa siendo un privilegio, creemos fervientemente que a través de una comunicación precisa y esperanzadora – como la que nos pide nuestro Santo Padre Francisco – somos capaces y responsables a la vez de disminuir cada vez más las brechas existentes entre los jóvenes y la posibilidad de forjar su propio futuro. Y es ese el compromiso, que hoy, decidimos asumir.