Tiempo de la creacionPor Kike Delgado*

 

En los próximos días entraremos en una temporada preciosa que la iglesia nos propone para reconectar con el amor y cuidado de la Casa Común.

 

Con sentidos abiertos y una conciencia creciente de interdependencia (especialmente por las crisis compartidas de los últimos años), durante el «Tiempo de la Creación» somos invitados a contemplar y accionar con generosidad y discernimiento, para contribuir en la sanación de nuestra deteriorada casa, la casa que somos cada uno de nosotros (1 Co. 6, 19) y la Casa que compartimos como familia humana con otras especies (Laudato
Si’ 13, en lo adelante LS).

 

Desde el año pasado resonó en mí el llamado a dedicar un tiempo concreto a la creación en dos sentidos: primero, la disposición amorosa a redescubrir la belleza de toda vida creada y ser empático con el dolor que muchas formas de vida hoy padecen; y, en segundo lugar, una implicación determinada para imaginar otros futuros posibles, es decir un tiempo para una creatividad regenerativa.

 

En este sentido los textos de la «Carta de la Tierra» pueden ayudar a concientizarnos y sensibilizarnos, pero también puede ser acogida como un desafío a nuestra creatividad: «Como nunca antes en la historia, el destino común nos hace un llamamiento a buscar un nuevo comienzo […]. Que el nuestro sea un tiempo que se recuerde por el despertar de una nueva reverencia ante la vida; por la firme resolución de alcanzar la sostenibilidad: por el aceleramiento en la lucha por la justicia y la paz y la alegre celebración de la vida» (LS 207).

 

Orientados por esta llamada profética a despertar, los comunicadores de este tiempo tenemos una responsabilidad particular para transmitir valores y actitudes que ayuden e inspiren a las personas a sentirse parte de este nuevo comienzo, y a contribuir activamente en las luchas locales, sin las cuales el entorno global continuará vulnerado e incorregible.

 

Es por eso que quiero ofrecer este nuevo entendimiento del «Tiempo de la Creación», que podamos acogerlo, especialmente los comunicadores, como una oportunidad para reivindicar desde la fe nuestra capacidad de co-crear, imaginar, explorar, escuchar, proponer y experimentar con cosas nuevas.

 

Con tristeza veo que en relación con todo este «tema» del cambio climático y el llanto de la tierra y de los pobres, en muchos ámbitos de la comunicación social nos conformamos con reciclar ideas, narrativas, estilos y —en el más común de los casos— colores, para atender superficialmente este llamado que Dios nos hace de forma concreta en tantos signos visibles de nuestra división, y al hacer esto diluimos la relevancia que tiene esta causa y el potencial que hay en ella para la comunión universal, la fraternidad y la amistad social.

 

Se hace necesario cuestionar nuestros modos de entender lo que nos pasa y discernir en comunidad cómo responderemos a los desafíos, cuál será nuestra contribución al despertar al que somos llamados, conscientes de que muchos esfuerzos invertidos hasta ahora no están iluminando «nuevos comienzos», nuevas historias, nuevos caminos que habiliten en nuestra generación una compasión que no tenga miedo del desconcierto, de las protestas, de las heridas y clamores; y que encuentre en todo esto una fuente de inspiración y fecundidad para crear nuevos signos, palabras, actividades e instituciones que reflejen un Dios vivo que permanece amoroso y liberador en medio de nosotros y nuestra historia.

 

«Nuestro desafío», afirma Benjamín González Buelta, «es dejar que la nueva propuesta de Dios nos impregne, nos recorra por dentro, se aloje en nuestro corazón, encienda nuestra fantasía, despierte nuestros conocimientos y habilidades, estremezca nuestro cuerpo, incluya nuestras relaciones y nos dinamice para crear lo que nunca ha existido, de esta manera vamos siendo creadores a imagen y semejanza del Dios creador».

 

En este sentido, me gustaría proponer cinco pasos para la innovación que nos ayuden a evitar el reciclaje de estilos, de narrativas y de formatos a la hora de comunicar la conversión ecológica que hoy necesitamos y más allá, pueden ayudarnos a diseñar experiencias pastorales colaborativas centradas en el cuidado de la casa común.

 

1 | Compadecer

 

Cuando decimos «cambio climático» o «llanto de la Tierra» nos referimos a todo y a nada, y desde la ambigüedad no podemos proponer aliviadores concretos. Es fundamental observar nuestro entorno in- mediato y reconocer las realidades que se encuentran heridas, ayuda utilizar todos los sentidos y no tener miedo al encuentro, acercarnos a esas realidades vulnerables (y seguramente distintas) e intentar entender las raíces de lo que no está bien, nombrar los «llantos de la tierra/pobres» presentes en nuestras comunidades puede sensibilizarnos de formas insospechadas.

 

2 | Elegir y definir

 

Sabemos bien que «quien mucho abarca, poco aprieta», por eso es necesario discernir en comunidad qué situación es prioritario atender o visibilizar, seguramente una herida social tiene muchos puntos de tensión, por eso conviene afinar la elección delimitando los alcances, tiempos, personas involucradas, etcétera, de modo que todos en el equipo o comunidad entiendan hacia dónde dirigirán sus esfuerzos. Entre más específica sea nuestra causa mayor será la novedad permitida.

 

3 | Contemplar con confianza

 

Ayuda mucho alimentar la esperanza con nuevos referentes que salgan de las fuentes convencionales de inspiración, si nos permitimos (o pedimos la gracia para) encontrar a Dios en todas las cosas, podremos experimentar epifanías creativas que nutran nuestras capacidades y expandan nuestras posibilidades: consulta la cultura, la vida de las personas, la experiencia de otras organizaciones, las victorias o alegrías de otras comunidades, resignifican la liturgia.

 

4 | Imaginar

 

Es la hora de la ilusión y las alternativas, con la inspiración de la contemplación y la causa concreta en el centro trato de crear puentes entre el dolor y el alivio, amplío sin restricciones las posibilidades de estos puentes preguntando «¿Y si…?», y vamos tejiendo una historia que podamos contar.

 

5 | Crear y compartir

 

Inventa un nombre, elige colores, tipografías y redacta una historia que traiga aires nuevos, combinando todos los procesos anteriores para encarnar la alternativa aliviadora que imaginaste; e implementa tu propuesta sin miedo, aprende de lo que puedes mejorar y registra los aciertos del fruto de tu proceso.

 

*Kike Delgado es uno de los creadores de Unfold Nest y cofundador de la iniciativa evangelizadora Take me back, una extraordinaria comunidad espiritual y creativa radicada en México desde 2016. Miembro de SIGNIS México Joven.

 

Artículo publicado originalmente en el boletín informativo de SIGNIS Cuba de agosto de 2021.